En Navidad, cuando voy por la calle, abuso de la envidia y de los suspiros, al ver pasar a una pareja feliz, no es envidia mala, todo hay que decirlo, pero si se me encoje un poquito más el corazón.
Porque pasear de la mano, bajo las luces, con la nariz roja, me gusta. Porque cubrirnos a besos bajo cero, y sentarnos frente a una fuente helada, me gusta.
Abuso de la envidia al ver como se detienen frente las tiendas, y parece que nada, ni el viento de una fuerte tempestad les puede separar. Y es que parece que en Navidad, las parejas son para siempre, y los te quieros suenan más a verdad, y los besos parecen regalos envueltos en miradas de complicidad. Y parece que durante cuatro días no haces más que pensar el regalo perfecto, o imaginar su cara cuando vea el detalle, porque pones todo tu empeño en que el otro sea un poquito más feliz...
En Navidad, abuso de la envidia, cuando paseo por la calle, cuando bebo champán, quisiera brindar mirando a los ojos de quien amo, quisiera poder abrazarle en fin de año, o poder pisarle mientras bailamos el primer vals a oscuras del año...