Cuando duele respirar las agujas del alma se paran. Puedes subir todo lo que quieras el volumen de los latidos de tu corazón, puedes delinear tus labios, y llamarte guapa. Puedes hacer una lista de esas cosas que te hacen única, pero cuando eres una persona bohemia, débil, cuando no sabes ver lo que eres, cuando eres un poeta fuerte con alma suicida. La lista siempre será mayor en el polo negativo. Es entonces cuando caes frente el espejo, tus miedos se desploman lágrima a lágrima. De oscuro se tiñe tu sonrisa, y las ganas de luchar se marchan corriendo, la esperanza se ahoga en un vaso de ginebra. Tira de la cadena, no hay un mañana sin una tarde atroz. Ley de vida es hundirse al menos dos veces cada diez. No nací bajo estrellas, tampoco dormí en seda, y mi alma descansaba en piedras. Fui infantil seductora, y aprendí demasiado rápido que la vida se nos escapa de las manos, sin que podamos hacer nada. Aprendí demasiado tarde que el esfuerzo no cae del cielo, y que la responsabilidad no es algo negativo, que las locuras tienen límite. Y creía que estaba bien, cuando caía en picado, viví de los restos de amor de una familia que siempre esperaba más de mí. Deseo darles lo que me piden, y ahora exijo a mi alma que se multiplique. Qué ame, que sea feliz. Y me hablan de talla diez, de brillantes futuros, de inteligencia, de años de maduración, me hablan de cuerpo de escándalo. De perfección. Esa es la palabra, me hablan de perfección, listón por las nubes. Y mírame, siento debilidad, inferioridad, siento que he de alcanzar una meta que no está a mi alcance. Expuesta a una critica constante. Allí está mi ángel de la guarda, me llama bonita hasta cuando acabo de abrir los ojos al día. Y en el mismo instante en que mi autoestima roza las alfombras de mi alma, en el mismo segundo que cae la balanza hacía el pesimismo, él le da un golpe seco a mi día a día. Y frente al espejo, puedo gritar que soy quien soy, errores a la espalda, aciertos. Y es que nos pasamos la vida pensado en lo que podíamos a ver sido, en lo que podemos cambiar, cuando el secreto está aceptar lo que somos, pasado, presente y futuro. Y aferrarnos a eso que nos hace fuerte, y es que él es mi pilar, un pilar sobre el que sostengo mi vida, sobre el que estoy construyendo una historia. Él es quien me vio preciosa al despertar, quien me llama guapa tras una larga noche de fiesta, quien me acaricia cuando tengo frío. Quien compró mi corazón que estaba a pedacitos. Quien lucho, pujo por mí. Quien me entendido sin escucharme, y cuando hable, lloró conmigo. No soy una mujer de esas que llaman volcán, no soy una arpía de tacones, y sonrisa malva, no soy una mujer que lleva las riendas de la relación, se me cayeron los pantalones, y perdí la confianza en mí misma. Soy una mujer de esas que quiere más, pero cuida lo que tiene, una mujer de esas que ama, que ríe, que llora, que lucha por un mundo mejor. Una mujer de esas que espera al final de la jornada para regalar un suspiro en gemido en mitad de la noche. Y viviré por y para él, porque él vive y siento que vivirá para que mi sonrisa nunca se esfume. Puedo sentirme miserable, inferior, y fea. Pero él dará un golpe seco a mis lágrimas, besando cada defectos, queriendo cada errata de mi alma. Y así es como me enamoré de él, porque me enseñó a verme desnuda, me enseño a quererme. Y por muchos días de lágrimas frente al espejo, habrá muchos más de su lado, comiéndonos el mundo. Bocado a bocado.