24 de abril de 2014

Hoy hablamos de amor.

Suelo escribir cuando mi alma se ha suicidado o cuando mis lágrimas se han secado, cuando el mundo llora y el pueblo muere de hambre. Escribo con la soga al cuello, con los píes fríos, con las manos vacías y el corazón en silencio. Escribo suspiros, también colores, ilusiones, perdones, y algo de rebeldía. Escribo en el vacío de mi ser, escribo en la cordura de mi sonrisa, en la sed de humanidad. Escribo por y para vaciar mis entrañas de todo lo bueno y todo lo malo.
Vomito mis sentimientos, vomito mis lágrimas, mis penas y mis alegrías.
Y hoy escribo para volar alto, aún más alto.
Siempre hemos soñado con que nos bajasen la luna, con que nos elevasen al cielo, con que nos entregaran el mismo sol, en nuestras manos. ¿Y para que más?
Con un camino de rosas, de velas, con un príncipe azul y esas típicas cosas que nos dicen que están bien, que es lo romántico, lo bonito. Lo que queremos todas las mujeres. Oigan, y hasta la más rebelde, fría e incluso la menos romántica le gusta un rosa y un beso mientras la luna baja a sus píes.
El amor, hoy escribo por y para el amor. Tan abstracto, tan caprichoso. Tan dichoso, tan egoísta, tan humilde, tan revolucionario, tan puro, tan sincero, tan doloroso, tan eterno, tan real. El amor.
Cada persona, es un mundo, y cada uno de nosotros siente el amor, de una forma distinta y seguramente ni se le parezca a lo que siente la persona justo de al lado. Sí, ni siquiera una sola persona de todo este mundo, sentirá lo mismo que nosotros, y entenderá el amor como lo podemos entender.
De todo lo que leo, un buen día leí que no solo es importante amar, que te amen y sentirte correspondido, si no la manera en que te amen. Que sea como tú quieres que te quieran. Y entonces es cuando caí en la realidad a la que estoy unida.
Y pensando, llegue a la conclusión de que estoy más enamorada si cupiera.
Tengo al hombre que jamás podría imaginar, ni crear ni hacer. Porque me encanta cuando me hace reír, cuando me cocina, cuando me acaricia, cuando me quiere. Pero va mucho más allá, porque me encanta cuando se enfada conmigo cuando hago las cosas mal, cuando me tuerzo por el camino. Porque me encanta que alimente mi ilusión sobre un mundo mejor, porque me cuida cuando me arrastro por el suelo del pesar. Porque empina el codo a la vez que yo, porque sigue mi misma dirección, porque me enseñó a amar cada parte de este mundo, aún más. Porque me mostró donde está realmente el amor, donde están las cosas pequeñas por las que merece la pena morir en batalla. Porque me bajo el mismo cielo a la habitación, porque me construyó un castillo de arena. Porque me quiere como mujer, como amiga, como amante, como revolucionaria, porque me quiere como rebelde, porque me ama y con un beso en la frente "me desea suerte en la lucha" Va más allá de escuchar, de querer. El me respeta, me valora y no se cansa de decirme cuanto y como me quiere. Y como el a mí, yo a él. No quiero nada más en la vida, que lo que tenga que vivir, sufrir, llorar o reír, que sea a su lado, de su mano.
Escribo cuando mi corazón palpita vivo o muerto, pero siempre enamorado.

19 de marzo de 2014

Escritores para poder vivir.

La vida del escritor, del escrito, ni bueno ni malo, ni leído, ni famoso. Del escritor.
De esos que necesitamos ponerle nombre a todo lo que sentimos, de esos que necesitamos que nuestros dedos sean los látigos del corazón, de esos que nos salen rimas y pareados, algún sonetos mientras pensamos. De estos que hacemos de nuestra vida, una novela.
Que el dolor lo sentimos con  5 letras, 5 suspiros, 5 lágrimas, una de "D" de demencia, un "O" de olor, una "L" de lamento, otra "O" para que sea oscuro, y una "R" para que nos consuma rápido. Somos quienes escribimos nuestra historia, la historia de lo que pasa a nuestro alrededor, la historia de los abusos de la sociedad, de los abusos del poder, somos quien escribe con sangre, bajo una cárcel de porcelana. Quienes escribimos la historia de los perdedores, de los que ganan. Somos quienes inventan ratas  voladoras, príncipes que llegan a caballo y nos lamen, nos lamen de arriba a abajo. La vida del escritor, allí por donde vas, ves algo que escribir, algo que contar. Le pones banda sonora a tu vida, y ves a los personajes irse y venir.
Algunos escribimos mejor, no mejor, más. Cuando el corazón llora ahogado, cuando un trago de cerveza tiene más sentido que nuestra vida, también cuando la rabia puede salir en río por nuestra alma. Cuando el corazón parece estar pendiendo de un solo hilo. Cuando la vida tiene segundos y no días.
Escritores con más sensibilidad que las puertas del infierno.
Hay quien que cree que, escritor es el que escribe.
Escritor es el que siente, es que es capaz de darle forma al dolor, a sus lágrimas, quien exprime su angustia y la planta para que crezca. Quien es capaz de sacar toda su ira, su furia en 3 o 4 paginas en blanco y como el director de una orquesta es quien es capaz de poner en orden las palabras de su corazón, porque a veces no es él quien escribe, si no su alma, su pena, su corazón, su humanidad, desde muy adentro, dicta despacio cada melodía de respiración.

Somos aquellos que escribimos para poder vivir.


Migas de pan.

Intentas luchar, dar las brazadas más fuertes que jamás pensaste que darías. Sacudes tu cabeza, ¡esto tiene que ser una locura! Se supone que esto no pasa nunca, solo en las películas...

¡¡Mentira!! Nos venden una serie de condiciones, una serie de cosas que "son así porque sí" y resulta ser siempre todo una mierda, al menos no siempre los finales son felices, y no siempre los príncipes y princesas al final se enamoran... A veces se odian. Se odian hasta matarse. Y es así.
No siempre las familias están unidas, no siempre se apoyan y a veces alguien se supone que debe estar siempre ahí incondicionalmente es quien más daño te hace, a veces los lazos de sangre no son los que nos imponen. A veces hay un vacío tan gigante que ni los mínimos buenos momentos intensos llenan los otros no tan buenos.

Intentas comprender, entender y perdonar.

No hay nada más triste en este mundo que tender la mano a quien te apuñala por detrás, no hay nada más agobiante que intentar hacerte entender, que luchar contra una pared.
No hay nada más asqueroso que no ver el progreso, que no aplaudir los cambios. No hay nada más rastrero que hacer un recuento diario, semanal de todos los errores que cometió alguien.

Y es que somos tan diferentes, somos como el sol y la luna. Somos como la mañana, y la noche. Somos el lobo y el ratón. Y es que la cuerda rota ya no tiene arreglo...

Deja tirarme vasos de agua fría, porque quieres o no, voy a volar lejos, muy lejos.