28 de octubre de 2016

Exhausta, cansada y temblorosa

Los días, la mayoría de los días acabo tendida sobre mis sueños, sobre mi revolución.

Hay días que tienen sabor de cerveza, 
otros sudor de amor, otros saben a chocolate, a victoria, 
y otros son agrios, incluso amargos. 
Otros días, tan solo no son. 

Como las notas sueltas de un piano, 
una canción desordenada y una sonrisa a medio camino. 
Como un abrazo en cualquier estación... 
Hay días, que tan solo no son. 

Y esos días, que no son...No sé muy bien, si llorar en un parque a las doce de la noche, o si correr por las vías al atardecer. No sé muy bien si acostarme en su regazo y dejar de respirar, o si aporrear su pecho, hasta caer dormida. Exhausta, cansada y temblorosa. No sé muy bien si abrir la ventana y gritar. Si ir al baño y tirar toalla. O no sé muy bien si esconderme bajo las sábanas, si ahogarme en la espuma de la cerveza. Si...desaparecer. Hay días, que tan solo no son.

Esos días que no son, tengo miedo. Hay días que tengo miedo, que quiero deshacerme en la taza de anís, volar con alas de abstenta hacia el país del Nunca Jamás. Besar al hada verde, ir a tomar el té con un conejo blanco, sobre el regazo de un sombrerero, crecer, menguar. Acostarme como Dornröschen, Aurora y así dejar de respirar. Y regresar contando las nubes hasta casa.


Exhausta, cansada y temblorosa. 

Nadie te avisa de que caminar por la revolución te agota el alma, te encoje el corazón, te hace añicos la inocencia. Te amarga la ilusión, se te mete en los ojos y te hace llorar, reaccionar mal, bien, fatal ante cualquier injusticia. 

Nadie te avisa de lo cansado que es llevar la revolución a tus palabras, a tus días...


 Hay días que acabo tendida en mis sueños, sobre mi revolución. 
Hay días,de llorar felicidad, incluso días en que la amargura devuelve la ilusión. 

El camino es largo, exhausto, tembloroso, agudo y empinado. 
Pero, hay días también que bailas, que el corazón se expande, que el alma engorda, que logras batir al miedo en un pulso. 

Hay días, muy bueno, muy malos. Días en los que haces el amor a la revolución. Y duermes sobre la trinchera, amarrado a tu fusil. Y que vengan los días amargos, los agrios, y los que tan solo no son...
Qué vengan todos los días, los dulces, amargos, hasta los ácidos, también los que tan solo no son...

Grande, noble, hermosa es nuestra causa. 



1 de julio de 2016

Hoy, hoy te echo de menos.

Puedes sentir los golpes de la música que retumba cada poro de tu piel, cada bajo que suena alto. Cada nota musical que recorre como un orgasmo al ritmo que baja el alcohol. 

Siempre fui un poco suicida, alma de poeta romántica. Alma degradada, aplastada, y cosida. Siempre fui una perdedora, porque se me va la fuerza por la boca, porque me asusto con la facilidad de una perdiz. Porque me tiemblan las piernas, porque lloro cuando me enfado. Porque no sé, sé me olvido con los años discutir. Porque callo más de lo que siento, porque me emborracho de mis ilusiones. Siempre fui una perdedora, porque avanzo de puntillas para no despertar a mis miedos.

Miedos, esta noche hace frío pero el reloj marca 30 grados y es media noche - ahí fuera parece que hace calor - Ahí fuera parece que todo está normal, pero el temblor de mi cuerpo no me deja ver más allá de mis muslos desnudos que beben de lo que queda del licor, del whisky de tus caricias. Siempre fui una perdedora, me fundo en mis sábanas, me abrazo a mis miedos, y ando de puntillas para no despertarlos. 

Hay noches frías, y el suspiro de fuera solo me recuerda tu nombre. Te echo de menos, te echo de más. Te siento aún dentro de mi, aún puedo oler el sudor de tus besos cuando llegas de trabajar. Aún puedo sentir las caricias que se hacen más nítidas al dejar atrás tu sonrisa por la ventana de ese maldito bus. Aún siento tus te quieros, y vivo de las rentas de tus buenos días. 

¿Qué has hecho de mi?

Me siento animal, he perdido toda mi humanidad. He enloquecido. Me siento gata curioso en tu cama, perra asustada si no estás, ratón en las calles de tu ciudad y comerte poco a poco, me siento pato para bailar un tango revolucionario a tu lado, me siento ave para tocar el cielo con los orgasmos. ¿Qué has hecho de mi? Me siento animal, he perdido toda mi humanidad. 

Hoy es una noche fría, no estás. Siempre fui una perdedora y me ahogo en mis miedos. No sé nadar entre todos los pensamientos que mi cabeza me dispara. Hoy, hoy son un alma batida en el campo de batalla, no soporto más las balas de soledad si no estás. Hoy, hoy tengo miedo. Tengo miedo de mi misma, y ando despacio para no despertarme. Dejar que el frío de mi alma se mezcle con el calor de mis muslos, con el calor de tus te quieros. Pero voy perdiendo la batalla, estoy tirada en un campo, rodeada de minas, a muchos metros bajo miedos, y no sé nadar. 

Necesito de tus abrazos como el respirar, necesito que seas mi fusil - no quiero un superhéroe-  solo te quiero a ti. Un soldado con quien disparar al terror de perderte. Porque me vuelvo aún más loca si no estás... Hoy es una noche fría, sólo me quedan un par de cartuchos para disparar esa angustia que está quemando. Hace frío, pero el reloj ya marca 30 grados. 

Hoy, hoy te echo de menos...

6 de mayo de 2016

Cala mi alma.

La hierba mojada, el pulso más rápido, la lluvia cala mi alma, agota mi sudor, enfría en mi tempestad. 

Como una tormenta en mitad de aquel mar, de aquel mar ciego atraque en tu puerto, muerta de miedo. 

Por delante, por detrás, en el medio las heridas dejaban que la lluvia inundará mi alma y encharcara mi corazón. 

Curaste con saliva cada herida abierta, con saliva educaste a mis miedos, encerraste mis inseguridades y trasportaste en brazos mi alma hacía tu pecho, en tu pecho secaron y dejaron de temblar mis manos. 

Recogiste cada pedacito de mí, y con palabras reconstruiste un triste corazón suicida, atraqué con hambre, con sed, atraque en tu puerto. 

No quiero navegar más, no quiero huir más. 
No quiero buscar más guerras, ni más cielos, ni más infiernos.
Que en la locura de tu pecho, quiero habitar, quiero dormir. 
Allí cavaré una trinchera, alzaré el puño en la revolución. 
Y en mitad de la tormenta, declararé mi amor. 

Tu guerra, es mi trinchera. 
Tu revolución, es mi rebelión.
Tu utopía, es mi objetivo.
Dispara a mi lado, dispara junto a mi.

Conquistaremos el cielo con orgasmos comunistas,
y en el socialismos de tus besos, produciré tu felicidad.

Desnúdame, desnúdame cada noche.
En la cama, en el bosque, en la trinchera, en el coche. 
Desnúdame en tiempos de paz y de guerra. 
Desnúdame, 
desnúdame siempre. 

La hierba estaba mojada, atraque en tu pecho. 
Con saliva curaste cada una de mis heridas, que encharcaban desesperanza y terror al amor.
Y en mitad de la tormenta te declararé mi amor...
En tiempos de paz, de guerra. 

2 de mayo de 2016

...el resto de mi vida.

Ni perdida ni descalza, rota y hundida. Ahogada cada vez que quería sonreír, como una ola me atrapaba y en un intento de respirar una bofetada de recuerdos me caía al suelo.
Pero no importaba, aprendí a vestirme en soledad, aprendí la resistencia de la guerra, a cargar con mil culpas, y armé un fusil de piedras y flores para apedrear mi corazón. Cargue en el silencio del trago más largo, de las sábanas más frías. Y lloré, lloré mucho durante largas lunas llenas. 
No habría más veces, ni más llantos, y con las últimas lágrimas juré mi amor enterrar bajo una pila de excusas, negándome a mi misma lo que creía. Porque a veces el dolor es mayor que la ilusión, mayor que mi propia filosofía, y como un superheroe vestía mis días con raso y tela diferente a mis noches, en las que mi mayor desahogo era sentirme querida por la espuma de una cerveza, por el olor de un absenta y dejar caer el peso de mi dolor sobre mi corazón, tendido en la barra de cualquier bar, de cualquier noche. 
Secos se quedaron mis ojos, frías mis caricias, vacío mi estómago y aprendí a quererme en soledad, mis manos recorrían mi alma magullada, mi cuerpo vacío, y aprendieron a tocar una melodía para calmar mis propios demonios. Y era el vals más romántico de toda mi vida, el vals más largo en la noche más fría. De amapolas vestí mi alma, que crecen solas sin que nadie las riegue, un muro de cemento levanté para proteger mi triste corazón. Era el precio que debía pagar, me lo susurro el mismo satán, mientras me declaraba su amor incondicional, - los miedos y las inseguridades se quedarán fuera, de piedras serás, nadie capaz de derretir tu corazón se atreverá - 

Como una poeta loca, desmadrada y una guerrera sin su fusil andaba descalza por un campo sin flores, agarrada a una cerveza y se me congeló el corazón, ¡de repente! - a tiempo- . Aún poniendo los últimos ladrillos de muro a mi corazón, aún plantando la última amapola. Me fije en sus ojos, e intente no mirar dentro, juro que intente quedarme afuera del muro que protegía mi corazón. 

Pero fue imposible... me quede prendida de su manera de agarrarme la cintura, de agarrarme cuando me besaba, de la manera en que me hacía reir, de la manera en que me hizo una noche fría y cualquiera el amor, una noche cualquier que sin querer y sin saber muy bien como, empezó a arrancar las amapolas y a tirar cada ladrillo... 
Parecía un juego de niños, un escondite entre estaciones de autobuses, sábanas blancas y hoteles de 20 euros. Empece a necesitar de sus besos, de sus caricias, empecé a volver a sentir la primavera dentro de mi. 
Tenía más ganas que miedos, y ya no escuchaba ni a los demonios del pasado, supongo que empecé a ser feliz, y que los tiempos en los que me olvidaba de respirar habían muerto ahogados en las ganas de vivir junto a él. - Ese loco que se había fijado en mi, ¡tenía que estar loco! -
Como si nos conociéramos de hacía tiempo, no solo quería tirar abajo mi muro sino que quise tirar el suyo, quise arrancar las amapolas de su jardín, para plantar pensamientos y poderlos regar todos los días de aquí hasta el final, y que tarde mucho en llegar porque tengo mucho que dar. 
Y no hay día que no recuerde sus labios, y me muerda los míos, que no recuerde su sonrisa y se caía una mía, que parezco una boba pero es como en un cuento de hadas del que aún no quiero despertar. 

Sin saberlo está pegando con saliva las piezas tan rotas de mi alma, está soplando mis miedos, está creando un mundo paralelo al mío, donde solo somos nosotros y dónde está siempre a mi lado... ¡qué daría de mi por despertar todos los días en su pecho! y hoy, hoy que duermo sola en la soledad de mi sábanas, me siento a reflexionar, que fue, que pasó, y la respuesta en verdad la veo pasar como una secuencia de una película de Charlie Chaplin, que parece que está en mi corazón desde que tengo uso de razón. 

Quiero abrir mi alma, y que conozcas hasta mi secreto más oscuro, quiero llorar en tu pecho y calmar mis demonios, ahogarlos en la cerveza de tus labios, y emborracharme con el whisky de tus muslos. Descansar en tus ojos, y en un descuido morder tus dedos. 

Hazme el amor en la guerra, en tiempos de paz, hazme feliz en la trinchera y no me dejes salir de tu cama. Llévame a ninguna parte y enséñame como enamorarte, enséñame a quedarme en tu vida. Deja que me lleve tus miedos y los ahogue junto a los míos, en las mismas de verte que de besarte. 

No tengo miedo, no tengo prisa, no tengo un guión marcado. Dame tu mano, y que tenga que llegar lo que tenga que llegar, bailemos el vals más romántico de la guerrilla, bailemos el tango más pegado de la revolución. Lléname los días de hazañas, de sonrisas y de ilusión. Prometo llenarte las noches de caricias, de incendios, de sueños. Prometo nada, para darte todo, todo en mi días, y si me dejas...

el resto de mi vida.