2 de mayo de 2016

...el resto de mi vida.

Ni perdida ni descalza, rota y hundida. Ahogada cada vez que quería sonreír, como una ola me atrapaba y en un intento de respirar una bofetada de recuerdos me caía al suelo.
Pero no importaba, aprendí a vestirme en soledad, aprendí la resistencia de la guerra, a cargar con mil culpas, y armé un fusil de piedras y flores para apedrear mi corazón. Cargue en el silencio del trago más largo, de las sábanas más frías. Y lloré, lloré mucho durante largas lunas llenas. 
No habría más veces, ni más llantos, y con las últimas lágrimas juré mi amor enterrar bajo una pila de excusas, negándome a mi misma lo que creía. Porque a veces el dolor es mayor que la ilusión, mayor que mi propia filosofía, y como un superheroe vestía mis días con raso y tela diferente a mis noches, en las que mi mayor desahogo era sentirme querida por la espuma de una cerveza, por el olor de un absenta y dejar caer el peso de mi dolor sobre mi corazón, tendido en la barra de cualquier bar, de cualquier noche. 
Secos se quedaron mis ojos, frías mis caricias, vacío mi estómago y aprendí a quererme en soledad, mis manos recorrían mi alma magullada, mi cuerpo vacío, y aprendieron a tocar una melodía para calmar mis propios demonios. Y era el vals más romántico de toda mi vida, el vals más largo en la noche más fría. De amapolas vestí mi alma, que crecen solas sin que nadie las riegue, un muro de cemento levanté para proteger mi triste corazón. Era el precio que debía pagar, me lo susurro el mismo satán, mientras me declaraba su amor incondicional, - los miedos y las inseguridades se quedarán fuera, de piedras serás, nadie capaz de derretir tu corazón se atreverá - 

Como una poeta loca, desmadrada y una guerrera sin su fusil andaba descalza por un campo sin flores, agarrada a una cerveza y se me congeló el corazón, ¡de repente! - a tiempo- . Aún poniendo los últimos ladrillos de muro a mi corazón, aún plantando la última amapola. Me fije en sus ojos, e intente no mirar dentro, juro que intente quedarme afuera del muro que protegía mi corazón. 

Pero fue imposible... me quede prendida de su manera de agarrarme la cintura, de agarrarme cuando me besaba, de la manera en que me hacía reir, de la manera en que me hizo una noche fría y cualquiera el amor, una noche cualquier que sin querer y sin saber muy bien como, empezó a arrancar las amapolas y a tirar cada ladrillo... 
Parecía un juego de niños, un escondite entre estaciones de autobuses, sábanas blancas y hoteles de 20 euros. Empece a necesitar de sus besos, de sus caricias, empecé a volver a sentir la primavera dentro de mi. 
Tenía más ganas que miedos, y ya no escuchaba ni a los demonios del pasado, supongo que empecé a ser feliz, y que los tiempos en los que me olvidaba de respirar habían muerto ahogados en las ganas de vivir junto a él. - Ese loco que se había fijado en mi, ¡tenía que estar loco! -
Como si nos conociéramos de hacía tiempo, no solo quería tirar abajo mi muro sino que quise tirar el suyo, quise arrancar las amapolas de su jardín, para plantar pensamientos y poderlos regar todos los días de aquí hasta el final, y que tarde mucho en llegar porque tengo mucho que dar. 
Y no hay día que no recuerde sus labios, y me muerda los míos, que no recuerde su sonrisa y se caía una mía, que parezco una boba pero es como en un cuento de hadas del que aún no quiero despertar. 

Sin saberlo está pegando con saliva las piezas tan rotas de mi alma, está soplando mis miedos, está creando un mundo paralelo al mío, donde solo somos nosotros y dónde está siempre a mi lado... ¡qué daría de mi por despertar todos los días en su pecho! y hoy, hoy que duermo sola en la soledad de mi sábanas, me siento a reflexionar, que fue, que pasó, y la respuesta en verdad la veo pasar como una secuencia de una película de Charlie Chaplin, que parece que está en mi corazón desde que tengo uso de razón. 

Quiero abrir mi alma, y que conozcas hasta mi secreto más oscuro, quiero llorar en tu pecho y calmar mis demonios, ahogarlos en la cerveza de tus labios, y emborracharme con el whisky de tus muslos. Descansar en tus ojos, y en un descuido morder tus dedos. 

Hazme el amor en la guerra, en tiempos de paz, hazme feliz en la trinchera y no me dejes salir de tu cama. Llévame a ninguna parte y enséñame como enamorarte, enséñame a quedarme en tu vida. Deja que me lleve tus miedos y los ahogue junto a los míos, en las mismas de verte que de besarte. 

No tengo miedo, no tengo prisa, no tengo un guión marcado. Dame tu mano, y que tenga que llegar lo que tenga que llegar, bailemos el vals más romántico de la guerrilla, bailemos el tango más pegado de la revolución. Lléname los días de hazañas, de sonrisas y de ilusión. Prometo llenarte las noches de caricias, de incendios, de sueños. Prometo nada, para darte todo, todo en mi días, y si me dejas...

el resto de mi vida. 


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