Hace tiempo se escucha el leve despertar de las cuerdas de una dulce guitarra, se escucha llorar su caja, su cuerpo. Las caricias del alma en pena que la acaricia se deshacen en lamentos.
Hace tiempo cada nota es una lágrima, es un verso de socorro. Y el viento se ahoga entre tanta melancolía. Los pajarillos ya no quieren volar por aquel cielo, porque la pena y la tristeza invaden cada suspiro de las nubes.
¿Qué pasa dulce niña? Qué amargas la vida con tus cuerdas afinadas, dulces. Y agonizantes lágrimas de tu guitarra. ¿Por qué toca esta débil melodía?
Qué las flores lloran y secan su alma, que los demonios bailan un vals cuando bajo las estrellas haces llorar lágrimas a tu linda guitarra. No llores al alba, y descansa en la noche, que tu alma se deshace en trozos de cristal. No mires hacía el infinito con esos ojos negros, que el amor ya volverá si es de verdad.
No envidies al agua del arroyo porque huye y muere en un lago de agua dulce. No odies la brisa del aleteo de una mariposa. ¿Por qué huyes del sol, de la risa, y de la compañía? Qué tu corazón puedo ver como muere de pena, que la soledad te abraza, matando hasta el último suspiro de felicidad.
Me da igual que los pajarillos no vuelen mi cielo que el aire muera con mis lágrimas. Porque lo único que se tocar son notas que viajan desde mi podrido corazón hasta el infierno, para que los demonios disfruten con mi pena.
Nada de lo que he sufrido es comparable al vacío que siento desde que él se alejo de mi vida. Nada es comparable al dolor que dejo su último adiós, porque me da igual que mi guitarra suena agónica y desesperante, porque mi alma es un lamento que desde que él no está, se aferra dulce a la soledad. No quiero más que ser el agua de mis lágrimas, no quiero más que ser lamento de las notas de mi guitarra. Me da igual que el frío congele mi cuerpo, que el calor derrita mi fuerza, porque muero de dolor, de miedo. Me muero si él no regresa.
Dulce niña de mis ojos, calma ese fuego que te consume, porque tanta pena te hunde que ni a los ojos me has mirado...Levanta esa carita y deja de tocar tu guitarra rota en tristeza. Échale ritmo porque he vuelto, y es a por ti. Nada volverá a dañar tu corazón, deja porque yo te protegeré. Dulce princesa de mis sueños deja de respirar el dolor de tu alma, porque he vuelto y es, solo por ti. Ya no hay canciones que describan mis ganas de besarte, deja de ser música de los demonios, levanta la vista y ven a mi, solo a mí.
Y con abrazos calmaré tu alma, que se deshace en lágrimas de cristal. Pequeña yo besaré tus heridas y con amor, me sentaré a tu lado para tocar la guitarra, y que bailen los ángeles de nuestro cielo. Y que el arroyo siga su camino, que yo estoy aquí contigo.
El corazón dejo de hablar cuando dijiste adiós, pinto las primeras notas de la melodía de tristeza, el alma se desplomo dejando un hueco insustituible y ni el dolor de los golpes más fuertes era comparable con tu ausencia.
Y solo quería ser agua de mis lágrimas, que hasta el canto de las aves me recordaba a ti, y quería irme lejos, con el agua del arroyo.
Los demonios estarán sin bailar, porque si tu estás aquí, mi alma renace de los infiernos, y mi corazón ya no sabe tocar la melodía de la soledad. Porque si tu estás aquí, no hay miedo, no hay cielo sin estrellas, ni mariposas sin vuelo. Aparto el dolor de un soplo para quedarme a tu lado hasta que las cuerdas de mi guitarra se apaguen para siempre.
Dulce niña de mis ojos, no llores más porque he vuelto, he venido a por ti. Aferrate a mi pecho, yo estaré aquí siempre, y te protegeré.