El corazón siente,
se estremece,
se para,
se agota,
se cansa.
Se ahoga.
Se agita,
se desemboca,
se muere.
No podemos elegir, no somos dueños de nuestros sueños, no somos los destinatarios de ningún cuento feliz.
Y le diría gracias, gracias por hacer revivir, por un último aliento de un soldado abatido, por devolver la calma a mi sonrisa.
Y me gustaría, me aferro al recuerdo, a los ojos discutiendo, a las miradas prohibidas, a las manos dormidas. Sabiendo que algo está mal, en un baila de la razón con el corazón.
En este mundo, por salón, que gira, que gira siempre y deja todo del revés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario