27 de septiembre de 2015

Ahogarla. Perdonarla.

Ni siento ni padezco. Me hundo, floto y me ahogo. 
Un viejo perro sin correa suelto por la ciudad, una gota de lluvia en agosto, y una hoja caída ya en invierno. 
Buscando de bar en bar, en cada rincón, en el fondo del absenta. En la espuma de la cerveza. 
Buscando en cada piedra, en heridas de desamor y manifestantes heridos. 
Buscando en ladridos, en maullidos. Una pelea de gatas. 
Buscando la paz mundial, un orgasmo suicida, la piedra filosofal. La vida eterna. 
Buscando la manera de callarla, de ahogarla, de perdonarla. En un acto terrorista, mis ganas de volar

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