19 de marzo de 2014

Escritores para poder vivir.

La vida del escritor, del escrito, ni bueno ni malo, ni leído, ni famoso. Del escritor.
De esos que necesitamos ponerle nombre a todo lo que sentimos, de esos que necesitamos que nuestros dedos sean los látigos del corazón, de esos que nos salen rimas y pareados, algún sonetos mientras pensamos. De estos que hacemos de nuestra vida, una novela.
Que el dolor lo sentimos con  5 letras, 5 suspiros, 5 lágrimas, una de "D" de demencia, un "O" de olor, una "L" de lamento, otra "O" para que sea oscuro, y una "R" para que nos consuma rápido. Somos quienes escribimos nuestra historia, la historia de lo que pasa a nuestro alrededor, la historia de los abusos de la sociedad, de los abusos del poder, somos quien escribe con sangre, bajo una cárcel de porcelana. Quienes escribimos la historia de los perdedores, de los que ganan. Somos quienes inventan ratas  voladoras, príncipes que llegan a caballo y nos lamen, nos lamen de arriba a abajo. La vida del escritor, allí por donde vas, ves algo que escribir, algo que contar. Le pones banda sonora a tu vida, y ves a los personajes irse y venir.
Algunos escribimos mejor, no mejor, más. Cuando el corazón llora ahogado, cuando un trago de cerveza tiene más sentido que nuestra vida, también cuando la rabia puede salir en río por nuestra alma. Cuando el corazón parece estar pendiendo de un solo hilo. Cuando la vida tiene segundos y no días.
Escritores con más sensibilidad que las puertas del infierno.
Hay quien que cree que, escritor es el que escribe.
Escritor es el que siente, es que es capaz de darle forma al dolor, a sus lágrimas, quien exprime su angustia y la planta para que crezca. Quien es capaz de sacar toda su ira, su furia en 3 o 4 paginas en blanco y como el director de una orquesta es quien es capaz de poner en orden las palabras de su corazón, porque a veces no es él quien escribe, si no su alma, su pena, su corazón, su humanidad, desde muy adentro, dicta despacio cada melodía de respiración.

Somos aquellos que escribimos para poder vivir.


Migas de pan.

Intentas luchar, dar las brazadas más fuertes que jamás pensaste que darías. Sacudes tu cabeza, ¡esto tiene que ser una locura! Se supone que esto no pasa nunca, solo en las películas...

¡¡Mentira!! Nos venden una serie de condiciones, una serie de cosas que "son así porque sí" y resulta ser siempre todo una mierda, al menos no siempre los finales son felices, y no siempre los príncipes y princesas al final se enamoran... A veces se odian. Se odian hasta matarse. Y es así.
No siempre las familias están unidas, no siempre se apoyan y a veces alguien se supone que debe estar siempre ahí incondicionalmente es quien más daño te hace, a veces los lazos de sangre no son los que nos imponen. A veces hay un vacío tan gigante que ni los mínimos buenos momentos intensos llenan los otros no tan buenos.

Intentas comprender, entender y perdonar.

No hay nada más triste en este mundo que tender la mano a quien te apuñala por detrás, no hay nada más agobiante que intentar hacerte entender, que luchar contra una pared.
No hay nada más asqueroso que no ver el progreso, que no aplaudir los cambios. No hay nada más rastrero que hacer un recuento diario, semanal de todos los errores que cometió alguien.

Y es que somos tan diferentes, somos como el sol y la luna. Somos como la mañana, y la noche. Somos el lobo y el ratón. Y es que la cuerda rota ya no tiene arreglo...

Deja tirarme vasos de agua fría, porque quieres o no, voy a volar lejos, muy lejos.