7 de diciembre de 2010

Era martes a media noche.

Era martes media noche, las velas se fueron apagando con el sopló del último recuerdo, y allí se quedo dormida, pensativa, envuelta en los recuerdos de aquella tarde.
Y una pequeña pero amarga lágrima resbalaba por aquella rosada mejilla, y es que recordó que una noche, no hace mucho, prometió no volver a vender su corazón...
Pero ahora, se palma su pecho y no hay calma.
Era martes a media noche, cuando poniendo patas arriba cada segundo de su alma, se dio cuenta de que le quería, y que no quería perderle, y entre lágrimas dulces entendió que le necesitaba...
Era martes media noche, y las estrellas dormían, y los suspiros la vencían.
Él la hacía sentir bonita y especial, y cuando estaba a su lado, se sentía menos vulnerable.
Se acercó a ella, la besó y le robó un pedazo de aquel cansado corazón, devolviéndola la sonrisa, esperanza de crecer, un amanecer abrazados...
Era martes a media noche, cuando arropada en aquella canción, quiso protegerle, quiso quererle, tocarle y entregarse.
Tendría cien días para demostrarle, para abrazarle, y más de cien para quererle.
Era martes a media noche, cuando poniendo patas arriba cada segundo de su alma, se olvidó del dolor que supuraba aún su corazón, y entendió que quizás el tiempo había curado cada herida, que parecía abierta...
Era martes a media noche, cuando cedió quererle, y por el tiempo que fuese, no quería perderle, porque aquella noche, de martes...le necesitaba.
Y limpió las telarañas, saco brillo a los te quieros, y pasase el tiempo que pasase, quiso esperarle, porque aquel martes a media noche...él la hacía sentir bonita.
Era martes a media noche, y le quería, no quería perderle, esperarle, necesitarle...
Era martes a media noche, y quería protegerle, arroparle, tocarle, sentirle, besarle...
Era martes a media noche y las velas se fueron apagando con el último soplo del último recuerdo.

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