No importan las tardes tirados en la hierba, ni las noches entre caricias y suspiros,
que más dan las escapadas a alta velocidad, ni los días de lluvia envuelta en ti...
Atrás quedan los te quieros envueltos en alcohol, y las miradas de complicidad.
Ya no tiene sentido recordar, ni sentir, ni olvidar.
Y me siento tan inútil por odiarte.
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