8 de junio de 2011

Gracias a ti.

Y por mucho que te pese, puedes mirar a mis ojos, y beber mi felicidad, y llevarte el mérito que gracias a ti, y solo a ti, soy así de fuerte.
Sí, hoy quería darte las gracias por, hace 9 años, un día como hoy gritaste más de lo normal, golpeando con fuerza mi alma contra la pared, y vi por primera vez mi ilusión tirada a mi lado, en el suelo, rota en mil pedazos, pude sentir como se arrastraba mi orgullo, y como me invadía la debilidad, me deje amansar por cuatro patadas al corazón, y adornaron las lágrimas de sangre de mis labios mudos de dolor. ¿Crees que no recordaba el día? Quise yacer allí, quise desvanecerme, morirme, y esa maldita sensación de inferioridad cada vez que tu mano volaba más cerca del cielo, que del bolsillo...Cada vez que profetizabas alguna de sus visiones sobre mi futuro, o pellizcabas algunos de mis múltiples defectos...Sí, recuerdo cada una de esas veces en que se escondían hasta las flores de los tiestos, porque yo no podía esconderme más dentro de la pared, ni hacerme más pequeña.
Pero hoy ya no hay rencor, ni odio como en aquello años en los que desperté del silencio, y creía a pies puntillas que el mundo era en sí una patada al corazón, y que yo no era más que un títere perdido de la mano de Dios. Pero hoy, doy gracias, porque gracias a todos estos años, soy quien soy, y he llegado a donde estoy. Soy fuerte. Mírame, ¿donde ves a la chica qué se arrinconaba tras la última pared de su habitación? En su lugar queda una mujer, que por más que insultes y golpees, es de piedra, y la hiere más el recuerdo que el presente, y se alimenta de ira, de perdón y de valor, dulcificada con orgullo, y si algo he aprendido es que nunca más te daré el gusto de verme caer. Solo cuando te hayas ido con el rabo entre las piernas, caer desprendida en el suelo, ahogando el dolor y la rabia en gritos silenciosos, como he echo tantos atrás...Pero no, mírame porque no me volverás a ver caer, ni desquebrajar mi alma en lágrimas, por soy más fuerte que las balas que impactan en palabras en mi corazón, quizás no más fuerte que las patadas al corazón, pero sí lo suficiente para contar hasta diez antes de caer al suelo, envuelta en un manto de ayer...Mírame, soy fuerte, y gracias a ti.

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