31 de octubre de 2010

Ni el envoltorio.

No puede mirarle a la cara, no puede pulsar su alma, ni tranquilizar su corazón. Cuando él está cerca, su sangre quema, y la cabeza le da vueltas, no basta con apartar la mirada, respirar su mismo aire, la enferma. Él no puedo imaginar el dolor cuanto pesa, cuando está cerca; ella no puede deshacerse de los recuerdos, y se siente morir. La ira la siente, el dolor la marca, y se desvanece tras cuatro tequilas, y acaba tirada en el baño, vomitando cada sueño, cada mal te quiero. No quiere volver a olerle, ni sentirle, le quiere lo más lejos posible, pero la encantaría borrarle esa sonrisa de un sólo golpe, de la cara. Porque por más hizo por él, las cosas se hundieron como un palito en el mar más bravo del sur, de cada momento no quedo ni el envoltorio.

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