20 de enero de 2011

Por el hueco de la Escalera.

Podrían a ver estado apagadas todas las luces de aquel viejo escenario, y podrían a ver estado vacías todas aquellas butacas, se podría a ver muerto hasta el apuntador. Me quedaban pequeños los trajes de princesa, y los de bruja estaban echos cenizas...
Sin embargo, las luces me golpeaban la cara nublando hasta el último pensamientos, sudando hasta el último verso, y lucido sentimiento, se nublaba mi corazón. Y aquel no era un viejo escenario, contaba con 18 años, pintura nueva, tablas y decorado nuevo, inspirados en la única obra para la que se fabrico, caprichoso de un guión que quemaba mis manos, y arañaba mis voz.
Sin embargo, las butacas estaban repletas de miradas criticas que iban a juzgar cada nota de este vals, que iban a repasar cada punto y coma de este poema de enero. El apuntador tenía mirada inquisidora y amenazaba con salir de su escondite si osaba saltarme el guión...que era lo que más deseaba mi torpe corazón.
Encontré la mezcla entre un traje de princesa y bruja, encontré una capa para ocultar mis miedos, y muchas cuerdas para atarme a la realidad...
He pasado 18 años de esta obra, pendiente del público, atenta al apuntador y al guión. Olvidando que la única testigo irreverente de este teatro soy yo, que la única protagonista es la que lleva mi nombre, es la que viste mis ideales, mis sueños, mi vida...La única protagonista soy yo misma. Y con las luces apagadas tiraré el guión por la ventana, por el hueco de la escalera.

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