8 de febrero de 2012

Al fondo del armario.

Escondemos todo lo que no nos gusta, queda mal, o ya no es lo que era; al fondo, al fondo del armario. Siempre es así. Sea lo que sea, ropa, recuerdos, miradas, resultados. Tiramos de la cadena, escondemos en cajas de zapatos, atamos bolsas de plástico. Y prendemos el fuego eterno del olvido. Enterramos fotografías, caricias, golpes, puñetazos y hasta lágrimas de agosto. Una ducha de agua fría, un corte de pelo, o mil besos al espejo, para empezar desde cero, con un pie más adelante haciendo trampas en esta carrera. Y es así. Pisamos hasta el último gramo de dolor, y llevamos la carga a la planta de los pies, machando heridas día a día.

Somos animales brutos, y un tanto masoca, espabila que no por mucho enterrar, esconder o borrar, el dolor, los momento ni las miradas se esfuman. Frente a frente cada mañana al espejo has de recordarle quien manda.
La mierda frota, y las heridas no curan solas, tampoco intentes aliviar el escozor con tequila, vodka o ginebra. Adapta tu fuerza y sopla fuerte. Los errores, por muy feos que sean, son batallas ganadas. Si cierras los ojos, podrás con calma superar aquello que un día te supero a ti...

Un día abrirás el armario, para ordenarlo y la mierda caerá sobre ti. Un día la cuerda de la caja de zapatos segará, y las bolsas de basura resucitaran. Algún día el dolor será insoportable, tan duro y fuerte que ni la suela de los mejores zapatos podrá con ello. ¿Para entonces? Estarás solo, solos tu y tu alma.

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