8 de enero de 2012

Reflexión. II

Izquierda o derecha, arriba o abajo llevo un montón de años viendo y escuchando las mismas voces, los mismos golpes en la mesa, portazos y lágrimas arruinadas. Qué más un par de segundos vacíos más en los que se rompe mi calma, qué más un par de sueños que se estrellan contra el filo de mis pecados. He tenido varios sueños en los que corría frenéticamente por un pasillo con la única meta de lograr salir hacía el país de Nunca Jamás y lo único que lograba era caer en un pozo aún más oscuro, donde las paredes se hacían aún estrechas y me sentía violada y acorralada hasta por mi propia respiración.
En el fondo de mi alma, mi ira baila tangos con la soledad de mis versos, y se acuesta con los recuerdos que hacen estremecer hasta el último poro de mi piel. Y es que hay cosas que nunca dejan de dolor. Todos tenemos un pasado que no hemos desvelado ni a nosotros mismos con la esperanza de que aquellos errores, nunca hubiera tomado cuerpo, en este mundo de valientes enterrados. Izquierda o derecha veo la salida en el centro, estremeciendo mi cuerpo entre el límite de los años. Con el licor de los mil pecados matando mis labios, asfixiando mis lágrimas. No tiene sentido volar en dirección contraría, más que llorar por ser un pajarito destetado, por ser una hormiga sin miedo al cielo, por ser un barco sin saber nadar. No tiene sentido vivir, respirar, correr montaña arriba si no tienes una salvavidas que cubra las heridas...
No tiene sentido seguir si no tienes a nadie a tu lado; puedes rodearte de mil y un almas que hablen de lo que ven sobre ti, pero tan solo una hablará de cada centímetro de tu piel que quiso descifrar, sabiendo que no eres nada de lo que se ve. Y es entonces cuando, por muchos pecados, por muchos errores que hayas malogrado, serás perdonado. Y verás la salida a todo lo malo que tira de tus pies, sabiendo por mucho que hayan querido o hayas querido hundirte, nada tiene porque acabar. Puedes luchar, si tienes a alguien a tu lado que ama tus errores, que acepta, comprendiendo tu pasado, que cura y sana en tu presente, que comparte su futuro. Y verás lo alto que puedes volar. Viendo la lluvia bajo tus pies. Y tocaras la llama que tu corazón, y arderás en felicidad. Y todo lo malo que venga, será como saltar a la comba. Los ángeles pueden acabar en el infierno, y los diablos pueden morir en el cielo. La vida es un gran huracán, sabes de dónde vienes pero nunca donde mueres.

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