30 de diciembre de 2011

Hacía la felicidad...

A veces sonrío con la fuerza de una caja de sorpresas, me hago la tonta, dicen que soy inocente. Me gusta boxear, práctico el deporte de romper lápices cuando me enfado. Si, mi madre dice que estoy loca, que soy una maniática, lunática. ¡Ten cuidado! No me rebajo, no me escondo, la mayoría de las veces, rebelde, sonrisas por doquier. Vale más mil versos de rabia e ironía que cien puñetazos. Pero tengo un defecto, perdón. No soy mala, te lo prometo. Solo un poquito tocada de la cabeza. Soy una vaga redomada. Soy una ilusa de la felicidad. Contradictoria y diferente. Nunca me aburro, nunca me rindo, nunca doy un tras píe si no lo he intentado mil veces. Soy muy cabezota, muy ignorante, pero me gustaría no haber visto muchas cosas que guardo en mi memoria. Sí, soy un caja de madera, agrietada, escondida bajo versos, prosa y golpes. Hace meses que me enamoré, tras probar el dolor bajo lunas de agosto, y derramar mis lágrimas en copas de licor, al fin, hubo un príncipe azul que me rescato de la última batalla, que iba perdiendo. Desde entonces me cuida, me aplaude, me protege, me besa, me hace el amor como si cada día fuese el último. Y le quiero, y le amo. Cuidado, porque a su lado, soy invencible. No me cae mucha gente mal, pero cuando entras por la puerta de atrás, suelo patear tu culo con mucho gusto. Tengo el pelo rizado, semejante a mi estilo de vida, a mi filosofía. El alma se la vendí al diablo, en la reventa se la compré a un vagabundo de las calles de barrios bajos; mi corazón se estrelló hace tiempo, se rompió, se ahogó...Pero de repente resucitó y ahora late a cien. Late cada día con más fuerza. Y solo gracias a ese héroe que con solo un mirar es capaz de subirme al cielo. Tengo muchos complejos, soy insegura, pero no te preocupes que intentaré que eso no lo noté ni el tato. Cada paso que dé, aunque sea un error, lo convertiré en una lección aprendida, y un paso hacía la imperfección. Tengo demasiados sueños en la vida, tengo cabos sin atar y batallas pendientes para ganar, con calma, tengo una vida entera. Para caer, para volar, arrastrar mi alma hasta su cama, y ser feliz a su lado. Tengo hadas, hermanas de tiempo, que caminan codo con codo en este largo camino, que alumbran el pozo cuando caigo, que nos sostenemos cuando el agua quema, cuando el cielo abrasa. Soy una rebelde de la selva de cemento, puño en alto, verso afilado, prosa pesada y sonrisa amplía. Tengo mil defectos, pero aprendí a vivir con ellos. Tengo muchos vicios, pero aprendí a llevarlos al límite, y bailar un vals entre las brasas del cielo. Soy fea, autoestima bajo cero, humildad a saquitos por gramos, pero se mezcla con el ego de los años, de la belleza interior. Y entre día y noche, me balanceo en el mar de los segundos. Camino andando, de la mano y abrazado de mi gente, vamos salvando los años, vamos corriendo hacía la felicidad.

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